El Aprendizaje de la lectura y escritura en
Educación Inicial
El
aprendizaje de la lectura y escritura en Educación Inicial
Carmen Alida
Flores Instituto Pedagógico de Miranda José Manuel Siso Martínez
María Martín
Universidad
Nacional Abierta
RESUMEN
La educación inicial es un nivel educativo donde se cumplen objetivos en las áreas social, intelectual, afectiva y motora, íntimamente relacionadas con la preparación del niño y la niña para su escolaridad regular. No es un primer grado para los más pequeños, no tiene entre sus objetivos la enseñanza formal de la lectura y la escritura. Sin embargo, el docente no puede quedarse de brazos cruzados esperando a que el niño y la niña lleguen a primer grado, no debe limitarse el momento de la iniciación en el conocimiento de la lectura y la escritura, sino introducir al niño y la niña desde temprana edad en el mundo de la lengua escrita (periódico, letreros, cuentos, libros,…), para que a partir de sus vivencias y experiencias con este medio, pueda ir construyendo el sistema de la lengua escrita; el docente debe ser promotor del desarrollo, y dirigirse a hallar, crear o provocar situaciones que enfrente al estudiante con las experiencias más idóneas para él. Introducir a los educandos en la lengua escrita debe implicar que el docente conozca el proceso de aprendizaje en este ámbito, y considere las experiencias en el hogar, en el preescolar, las expectativas y las diferencias individuales a fin de tomar una decisión pedagógica al respecto.
Palabras clave: Educación
Inicial, Enseñanza, Lectura, Escritura.
Evolución de la educación inicial en la enseñanza de la lectura y escritura
Desde su
surgimiento, la educación preescolar estuvo dirigida a entrenar a los niños y
las niñas, de una manera casi compulsiva, en la adquisición de la lectura y
escritura durante largas horas. Se conocía poco respecto al desarrollo y a las
diferencias individuales de niños y niñas. Como consecuencia de ello, se
enseñaba a todos por igual desde que ingresaban a la educación preescolar.
Alrededor de los años 20,
con el surgimiento de la Psicología del Desarrollo, surgió la idea de no forzar
al niño, sino esperar hasta que estuvieran presentes las condiciones necesarias
para aprender. Es así como comienza el desarrollo de las listas de
prerrequisitos para el aprendizaje de la lectura y la escritura, y la
importancia de su evaluación para definir el momento preciso en que el niño
está maduro para el aprendizaje. Sin embargo, a pesar de estas consideraciones,
muchos de los niños y las niñas fracasaban en el aprendizaje de la lectura.
Para
Desde la década de
los años 60, comienzan a definirse dos posiciones en la educación preescolar
respecto a la enseñanza de la lectura y escritura en este nivel. La primera
hace énfasis en la ejercitación de habilidades que se consideran prerrequisitos
para su aprendizaje, propone conducir al niño hacia la madurez en estas áreas
antes de iniciarlo en la enseñanza formal de la lengua escrita. La segunda
postula que la adquisición de la lectura y la escritura dependerá de la
eficacia de los procedimientos utilizados por el maestro, la iniciación del
aprendizaje de estos procesos no debe realizarse en un momento especial, ya que
cuanto más manipula y experimenta un niño con material impreso más rápidamente
podrá entender la significación de éste.
Dichas posiciones, con
respecto a la enseñanza de la lectura en las primeras etapas de la escolaridad,
pertenecen a una visión reduccionista y restrictiva que concibe la lectura como
un mero proceso de traducción de códigos, incompatible con la imagen de un alumno
activo, y de una enseñanza cuya misión es favorecer y estimular el desarrollo.
Hoy en día, la programación
escolar de este nivel ha pasado de ser una serie de actividades sin secuencia y
sin planificación a ser un campo de la educación, lo que ha generado un
conjunto altamente estructurado de métodos, técnicas y actitudes pedagógicas
que benefician al niño y a la niña.
¿Se debe o no enseñar a
leer y escribir en Educación Inicial? Visión de Emilia Ferreiro
La propuesta es replantear
la pregunta por otra centrada en el aprendizaje y no en la enseñanza: ¿Se debe
o no permitir que los niños aprendan acerca de la lengua escrita en el
preescolar?
En este caso, la respuesta
es única... SÍ. El niño debe, entonces, tener experiencias diversas con la
lengua escrita: explorar materiales variados, descubrir las diferencias entre
imagen y texto, descubrir las partes de un libro, entre otras.
Cuando el preescolar
asume los reclamos de la primaria de que los niños están llegando a este
segundo nivel sin saber nada, también acepta la carga de prepararlos en los
términos establecidos por la primaria: empieza la práctica de la sílaba en el
preescolar, el aprestamiento de la mano, las planas, etc. Otra posición absurda
es -de la lengua escrita sólo se ocupa la primaria- por cuanto el facilitar al
niño situaciones para interactuar con diversidad de materiales que contemple el
sistema de escritura es ocuparse de la lengua escrita.
Un ambiente en el cual se
pueda aprender, que no prohíba aprender, debe tener libros y dejar circular la
información sobre la lengua escrita. Si prohíbo la lengua escrita, genero un
ambiente escolar en el cual la escritura no tiene ningún lugar; mientras que en
el mundo que lo rodea, la escritura tiene su lugar.
La
lectura y la escritura en este nivel
Leer implica una actividad
intelectual donde el lector interactúa con el texto escrito para extraer un
significado mediante la interrelación del conocimiento del lector y el
contenido del texto
Si un niño toma un libro de
cuentos con la intención de leerlo, observa las palabras, visualiza las
imágenes y va construyendo una historia que es producto de su conocimiento
acerca del tema, entonces se dice que está leyendo. Por consiguiente, leer en
los estadios iniciales del aprendizaje de la lectura es una especie de creación
del mensaje o contenido del texto, a través de lo que el niño va elaborando con
el fin de obtener información, placer o recreación.
Igualmente,
La escritura, por su parte,
consiste en una actividad intelectual mediante la cual se transmiten mensajes
con significados a través de un sistema de escritura, en forma de textos, en
una situación determinada y con una intención específica
Las
manifestaciones de escritura en este nivel deben evaluarse desde tres
dimensiones: (a) el nivel de conocimiento del código referido al reconocimiento
del alfabeto, de la direccionalidad y de los aspectos formales de la escritura
(signos de puntuación, mayúsculas, minúsculas, etc.); (b) la reflexión que se
hace acerca de los procesos de escritura y lectura; y (c) la funcionalidad de
los textos en términos de sus propósitos: solicitar, describir, informar, etc.
Desde la revisión teórica
que se viene realizando, parece claro que la lectura y la escritura tienen un
lugar en la educación inicial, lugar que cada plantel deberá concretar en sus
propuestas educativas. Inicialmente, es necesario reconocer que el sistema de
la lengua escrita es complejo y que va a requerir esfuerzos de los docentes y
los niños que van a abordar su enseñanza y aprendizaje. Pero ello no debe
implicar menospreciar la capacidad de éstos ni intentar reducir este sistema
complejo a un conjunto de subhabilidades de dudosa vinculación con la lectura.
¿Cómo
poner en contacto al niño con la lengua escrita?
Algunos estudios como los
de
Posteriormente, los niños
deben interactuar con oraciones definidas como un conjunto de palabras con
sentido completo, a través de: elaboración de tiras cómicas y adivinanzas,
descubrimiento de elementos extraños o intrusos en la oración. Por último,
determinar el texto como punto de referencia para la mayoría de las estrategias:
producir cuentos, tarjetas de felicitaciones, lista de mercado, entre otras.
La enseñanza
inicial de la lectura para esta autora debe asegurar la interacción significativa
y funcional del niño con la lengua escrita. Para algunos, eso prolongará
aprendizajes ya iniciados en su familia y para otros será la ocasión para
realizarlos, ocasión que no debe retrasarse más. Propiciar esa interacción
implica la presencia pertinente y no indiscriminada de lo escrito en el aula.
Implica, sobre todo, que los adultos que tienen a su cargo la educación de los
niños usen la lengua escrita, cuando sea posible y necesario, delante de ellos,
haciéndoles comprender así su valor comunicativo. Si en esa aproximación
sienten la necesidad de explorar el código, no habrá mayor inconveniente en
responder a su curiosidad con información pertinente y adaptada a sus
necesidades.
Se plantea como punto de
partida que aprender a leer es aprender a interrogar textos completos, desde la
educación inicial; el segundo principio en el que se basa sostiene que
interrogar un texto implica construir activamente un significado, en función de
sus necesidades y sus proyectos, a partir de diferentes claves, de distinta
naturaleza y de estrategias pertinentes para articularlas; el tercero de los
principios expresa que todo aprendizaje consiste en pasar de una complejidad
percibida como borrosa a una complejidad estructurada, poco a poco, por una
larga práctica de interacción con ella; un cuarto sostiene que no se puede
separar el aprender a leer del aprender a producir; se aprende a leer
produciendo textos y se aprende a producir textos leyendo; un quinto principio
destaca que se pueden demarcar competencias lingüísticas comunes utilizadas
tanto para aprender a leer como para aprender a producir textos.
En definitiva, esta autora
revaloriza la enseñanza, con énfasis en que el objetivo no es enseñar a leer,
sino formar niños lectores.
Con este recuento de
propuestas, se ha querido ejemplificar de qué manera se puede realizar la
aproximación al texto escrito, tanto desde el punto de vista de la escritura
como de la lectura, de los alumnos y alumnas más pequeñas de la escuela, con el
propósito de desmitificar y argumentar la pertinencia de introducir la lengua
escrita en el nivel inicial.
Consideraciones
finales
Aunque las razones sean
cuestionables o aceptables, el hecho es que en la mayoría de las clases de
preescolar se está intentado enseñar a leer y a escribir. Por consiguiente, la
preocupación hoy debe centrarse en cómo hacerlo.
Los programas ajustados a
materiales preparados comercialmente son los más frecuentemente seleccionados;
pero ¿Por qué ocurre esto?
El profesor de preescolar
debe tener imaginación para crear materia- les de enseñanza centrados en el
niño y tiene que aprender cómo comunicar a los padres que está enseñando a
leer.
Lo primero y fundamental es
que el docente logre estimular al niño, favoreciendo el descubrimiento de las
funciones sociales de la escritura; es decir, que el alumno conozca los usos de
la lectura y de la escritura, tales como: el placer de recrearnos con una
lectura entretenida; el beneficio de saber cómo y dónde encontrar una
información útil para jugar, aprender o trabajar; la ventaja de escribir para
organizar ideas y no recargar la memoria; entre otras.
Imagine el lector qué
sucede si el niño aprende que leer es descifrar correctamente un conjunto de
sonidos que no dicen nada, sin significado o aprende a escribir sin función
alguna. Por tanto, una de las recomendaciones que puede hacerse al docente es
sistematizar u ordenar las actividades tendientes a descubrir las funciones
sociales de la escritura.
Incorporar el aprendizaje
de la lectura y escritura en el preescolar debe añadir gozo y mayor autoestima
al niño. Ayudar en el aprendizaje de la lectura y la escritura en el preescolar
no causa daño alguno; es decir, no se trata de dejar la responsabilidad por
completo a uno u otro nivel. Por el contrario, se producirían futuros
beneficios si las escuelas primarias cambiaran sus programas de enseñanza de
modo que se acomodasen al proceso de aprendizaje del preescolar, ya que lo que
se aprende en preescolar debe ser usado y expandido en años sucesivos.
Anteriormente era común
encontrar autoridades en la enseñanza de la lectura y escritura que fijaban la
edad de 6 años y medio para iniciarse en estos procesos, pues se fundamentaban
en el nivel de madurez necesario para comenzar a leer. Aunque el nivel de
madurez es necesario, no es válido señalar la edad específica que se pueda
aplicar universalmente a todos los niños.
Un aspecto muy importante
es fomentar el interés de cada niño por desear aprender a leer y a escribir,
sin tener en cuenta el nivel de su preparación. Son las características del
niño las que determinan las decisiones acerca de la enseñanza. La singularidad
de cada niño preescolar dirá cuándo está preparado para abordar ambos procesos.
Por todo lo anteriormente planteado, se puede concluir que toda escritura infantil debe estar dirigida a un lector, tener un mensaje claro y una función comunicativa específica. El niño en el nivel preescolar escribe y lee de acuerdo con las etapas en las que él se encuentre dentro de su proceso de aprendizaje. La función del docente consistirá en facilitar el desarrollo de competencias para que todo estudiante se convierta en lector y escritor efectivo.
Referencias
Durkin, D. (1998). Hechos sobre el aprendizaje de
la lectura en preescolar. En Ollila, Ll. (Comp.), ¿Enseñar a leer en
preescolar? (pp.13-28). Madrid: Narcea.
Ferreiro, E. (2000). Cultura escrita y educación.
México. D.F: Fondo de Cultura Económica.
Fraca, L. (2003). Pedagogía integradora en el aula.
Caracas: Los Libros de El Nacio- nal. pp. 177-185.
Jolibert, J. (1991,2000). Formar niños productores de
textos. Chile: Hachette.
Solé, I. (2001). ¿Lectura en educación infantil?
Barcelona: Graó.
Teberosky, A. (2001). La iniciación en el mundo de lo
escrito. Barcelona: Graó.
Universidad Nacional Abierta . (1994). Aprendizaje de la
Lectura y Escritura. Tomo I. Caracas: autor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario